sábado, 5 de agosto de 2017

OVNIS: EL HISTÓRICO AVISTAMIENTO DE KATHLEEN MAY






Una intervención en el programa de radio Nosotros el pueblo mantuvo en vilo a miles de oyentes en los Estados Unidos que, estupefactos, escucharon el sincero testimonio de una mujer que aseguraba haberse tropezado, cara a cara, con un monstruo venido del espacio exterior…
Fueron casos tan divulgados y conocidos como éste los que favorecieron que se afianzara en la creencia popular en que los OVNIs eran de procedencia extraterrestre. La noche del 12 de septiembre de 1952, miles de personas presenciaron el paso de un extraño objeto volador sobre los cielos de Virginia Occidental. En Sutton –condado de Braxton– varios adolescentes que jugaban al fútbol observaron un “platillo volante” de fuerte luminosidad rojiza que, tras detenerse en el aire, pareció descender tras una colina cercana, concretamente en Flatwoods. A la carrera, algunos chicos se dirigieron hacia el lugar donde creían que estaba posado el misterioso artefacto. Neal Nunley, de 14 años, Ronald Shaver, Teddie Neal, y Tommy Hyer, los tres de 10 años de edad, conformaban el grupo de intrépidos exploradores. Por el camino, se les unió la señora Kathleen May, sus dos hijos Eddie y Teddie –de 13 y 14 años respectivamente– y Gene Lemon, de 17 años y  guardia nacional que, junto a su perro fiel, decidieron investigar en compañía de los jóvenes. Detrás de la colina se adivinaba la presencia de una luminosidad. Con el corazón en un puño, el grupo de exploradores enfiló hacia el montículo. El perro de Lemon pareció “presagiar” lo que iba a ocurrir, y salió despavorido del lugar. Por si este repentino abandono fuera poco para amedrentar la moral del grupo, una misteriosa niebla, salida de la nada, les envolvió rápidamente. Un olor nauseabundo y una repentina sensación de calor precedió al avistamiento de un enorme objeto discoidal, de color rojizo, que resplandecía en pulsaciones. 

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En la oscuridad de la noche aquel artefacto irradiaba fantasmagóricamente entre la bruma. De pronto, Lemon creyó ver algo junto a unos árboles. Tras alumbrar con su linterna, el horror se apoderó de todos. La débil luz de la linterna descubrió, agazapada en la oscuridad, una silueta que les observaba con unos enormes e hipnóticos ojos rojos. Frente a los testigos había un ser de más de tres metros de altura, con el rostro rojo y sudoroso, enfundado en una especie de manto de color verde oscuro con capucha y falda. El “monstruo” se movía con pasmosa agilidad y parecía flotar sobre la hierba. De sus penetrantes ojos rojos surgían rayos de luz azulada. Tras describir un movimiento circular se dirigió hacia el OVNI. Aquello fue demasiado. El terror se apoderó del grupo y, en desbandada, dieron por concluida su exploración. Esa misma noche la policía intentó rastrear la zona en busca de pruebas, pero ante la nula cooperación de los perros, que se negaban a avanzar en dirección al supuesto lugar del aterrizaje, decidieron postergar sus indagaciones hasta el día siguiente. Con la luz del alba, las autoridades locales hallaron una zona de pasto inexplicablemente aplastada y varios fragmentos de un material parecido al plástico. Por su parte, algunos de los testigos sufrieron diversos malestares físicos, típicos, según los facultativos, de la exposición prolongada a gases lacrimógenos, como hinchazón de garganta y convulsiones. Algunos investigadores indican que el humanoide, al ser descubierto, vertió sobre los testigos una sustancia oleaginosa que causó sus daños físicos. Finalmente, una afligida Kathleen May dijo a la prensa que el monstruo “tenía un aspecto peor que Frankenstein. No podía ser humano”.




Este extracto pertenece al artículo "OVNIS: casos que hicieron historia" de José Antonia Caravaca para la revista ENIGMAS nº 261 de agosto de 2017.